
M. VALENZUELA (GETTY )
China tiene a Panamá entre sus principales objetivos de inversión en América Latina para los próximos años. La ecuación de este creciente interés dista de ser compleja ni extraña: Pekín quiere incrementar su posición comercial en el mundo y el país centroamericano, unión natural entre los océanos Atlántico y Pacífico, que concentran el grueso de los intercambios, es una plataforma clave a escala global. También lo es, y de forma muy especial, para su principal competidor en la carrera por el cetro de primera potencia global, Estados Unidos, con el que no termina de acordar una salida para los escarceos que amenazan con convertirse en una guerra comercial en toda regla: el 10% de las exportaciones e importaciones del país norteamericano atraviesan el Canal de Panamá y suponen más de las dos terceras partes del tráfico anual de esta importante vía marítima por la que pasa uno de cada 20 bienes comerciados en el mundo.
A Washington, como se han encargado de verbalizar varios altos funcionarios de la Administración Trump, no le gusta nada la creciente presencia inversora de Pekín en el istmo. Pero no parece que el gigante asiático tenga intención de revertir sus planes, en los que Panamá aparece como un potente centro estratégico desde el que dirigir sus negocios en América Latina. Espoleada por el establecimiento formal de relaciones diplomáticas entre ambos países hace dos años, China suma ya inversiones valoradas en 2.500 millones de dólares –entre ellas, la terminal de cruceros y el nuevo centro de convenciones de Amador (en la capital) y el cuarto puente sobre el Canal, del que acaban de empezar las obras–. Solo en inversión extranjera directa, en la última década sus empresas han desembolsado hasta 1.000 millones, con Huawei como punta de lanza en la zona libre de Colón. Ambas cifras, pequeñas a escala global, son mucho mayores si se tiene en cuenta que el PIB de Panamá no llega a los 70.000 millones de dólares y su población es solo ligeramente superior a los cuatro millones de habitantes.
La importancia de Panamá para EE UU no es ninguna novedad, como tampoco lo es el valor geoestratégico del país centroamericano en la escena comercial global. El control del Canal de Panamá –paso obligado en el tránsito de mercancías entre los océanos Atlántico y Pacífico y por el que transita el 5% del comercio mundial– siempre ha sido una prioridad para las sucesivas Administraciones estadounidenses. El canal interoceánico, sin ir más lejos, solo pasó definitivamente a manos panameñas a finales de 1999, tras años de titularidad estadounidense. El país norteamericano, sin embargo, aún mantiene algunas prerrogativas: sus embarcaciones militares, por ejemplo, tienen derecho de paso expedito.