Cómo se hacía antes, cómo nunca debió dejar de hacerse, Óscar Andrade llenó de pueblo el club cordón.
Con la presencia de varios artistas, pero con el destaque de Larbanois y Carrero y el Alemán, el candidato que se puso al hombro la campaña frenteamplista deleitó a los presentes.
Apostando a recuperar a fuerza de épica e identidad a aquellos que por biología o ideología, había dejado de ir los jueves a los comités de base a sostener y profundizar los cambios.
Campaña con cero peso, a pecho, a fuerza de militancia que supo hacer espacio para que el Boca y sus militantes volvieran a hacer lo de siempre, dar una mano a los más desfavorecidos.
El 30 el ganador será el que será, pero no existe un uruguayo que no sepa que si el frente amplio conquista el 4° gobierno, es porque un albañil y su gente se bancó chaparrones internos y externos, con la firme convicción de que el FA debe ir por un camino que los burócratas de siempre se resisten a trillar.
Obrero con visión de estadista y oratoria de gigante, el Boca se recorrió hasta la última baldosa, y aún dónde baldosa nunca hubo el supo pisar, recuperando lo irrecuperable, las ganas, la piel erizada y el grito de gol después de cada intervención en la radio, la tele o el comité.