Los militares aprovechan el toque de queda para saquear ellos mismos, montan los escenarios de supuestos incidentes, violan, torturan y asesinan a plena luz del día y la presion de los paladines de la democracia mundial sigue sin aparecer.
indignante, sobrecogedor, es difícil describir como procesamos la información que cae en aluvión desde las redes sociales, el ejército ataca solo en superioridad, a niños, atropella con los tanques (un muerto confirmado por esta via), secuestra, y saquea comercios en sus vehículos particulares amparados en el porte de placa.
Piñera ha logrado en una semana verificar ante los ojos del mundo que las historias que siempre se disputaron en los relatos oficiales sobre las locuras cometidas por los militares frente a su propio pueblo en el marco de las dictaduras del siglo pasado eran ciertas, lo eran porque las de hoy, en un mundo globalizado, con tantas cámaras como humanos podemos verlo, no existe cerco para tal locura.
Lo que pasa en Chile es lisa y llanamente una dictadura, y no hay línea editorial que pueda ocultarlo.