Nuestra falsa modestia uruguaya, esconde un complejo y trauma insuperable, nuestra pequeñez poblacional se reafirma como un susurro a nuestra conciencia nacional que descansa incómoda entre dos gigantes.

Sin embargo, nuestra querida tribu uruguaya no escapa de la concentración, prácticamente en ninguno de los mercados, incluso el mediático. En un país donde tres familias concentran la inmensa mayoría de la oferta informativa y mediática el blindaje político resulta una tentación, y claro, un negocio.

Por eso nacimos, por eso vivimos, por la indignación de que no se le permita a la gente ver más allá de lo que el dinero elige sea visto, por la necesidad de abrirle la puerta a la voz de esos que no pueden financiar el ruido, por la convicción de que se puede decir la verdad y asumir las consecuencias.

Comienza un gobierno que no se diferencia demasiado a una obra de teatro, o una película, un blindaje burdo pero efectivo, un operativo dónde el dinero que le pertenece a todos y cada uno sin importar el material del que estuvo hecho su cuna será asaltado y repartido entre aquellos que no parecen encontrar en qué gastarlo.

Porque la riqueza se justifica en la pobreza, porque poseer millones no significaría nada si todos lo tuvieran, la dominación del hombre por el hombre es el pilar fundamental del bienestar de la minoría.

El ocultamiento de declaraciones, el silenciamiento de organizaciones, la censura, las trabas al ingreso al mercado de nuevos emprendimientos, el ahogamiento de la verdad en la banalidad estarán a la orden del día, y así como desde este lado el compromiso por pelear por la discusión real y la disponibilidad de información necesaria está, debe existir por parte del lector un consumo responsable.

Porque tras lo hilarante o bizarro se esconde otra cosa, porque cuando no se entiende porque estamos mirando una noticia, la explicación siempre es que en realidad no estamos mirando otra, es imprescindible que el consumidor busque, consuma lo que le interesa, y no lo que le dicen que debe interesarle.

Todo sobre el peluquero del presidente, o quién le enseñó a hacer la bandera, que corte de carne le servirá al Rey de España, o como van a hacer para barrer toda la bosta resultante del desfile de algunos cientos de caballos de este primero de marzo. Son granadas de humo burdas, pero ridículamente efectivas para que nadie cuestione que asume un gobierno que no designó quienes ocuparán cargos fundamentales para el país y que incluso fueron sus caballos de batalla en los cientos de entrevistas pautadas en los medios hegemónicos.

Sin posicionarnos por una campana daremos todo nuestro esfuerzo porque el ruido de todas ellas lleguen a vos.

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