El retroceso social que sufre el Uruguay tras la elección de la coalición de ultraderecha generó las condiciones para que la organización de corte filonazi reapareciera de forma pública.

En un liceo de Colón y en el Dámaso, aparecieron hoy unos carteles pintados a mano con la leyenda : “La JUP está de vuelta. No al referéndum contra la LUC. Fuera comunistas de las Instituciones.”

Varios ex dirigentes de la Juventud Uruguaya de Pie que operó violentamente fundamentalmente en el ámbito de los centros educativos en los setenta , como el ex diputado y actual sub director del Plan Juntos, Daniel García Pintos, se integraron en las pasadas elecciones a Cabildo Abierto.

La Juventud Uruguaya de Pie, o por sus siglas JUP, fue un movimiento estudiantil uruguayo fundado en 1970 que nucleaba a jóvenes de diversas tendencias políticas, teniendo en común el anticomunismo y un apego a las corrientes políticas tradicionales de Uruguay. Se disolvió en 1974.

Caras y Caretas al publicar la noticia cita al historiador Gabriel Bucheli, quien explicaba que los entornos y sectores sociales de surgimiento y apoyo de la JUP  se preocupaban ya entonces por cosas y conceptos como “las drogas, “la homosexualidad”, “la música estridente” y a todo esto contraponían “discursos de valores tradicionales”, rasgo que “es muy fuerte”. Aquellos temas tabú ya los relacionaban al “comunismo” en un sentido muy amplio, y el movimiento se identificaba con “los valores católicos” más ortodoxos, en “disputa dentro de la Iglesia Católica”, en la que crecían otras visiones.

Su identificación era con los partidos tradicionales, pero dentro de éstos se diferenciaban taxativamente de “Wilson” (Ferreira), de “Jorge Batlle” y en menor medida “de (Julio María) Sanguinetti”. Esto último por “la reforma educativa” del entonces ministro de Educación y Cultura, a la que valoraban demasiado tibia como instrumento anticomunista. A Wilson lo definían como “un marxista infiltrado” y su rechazo a él produjo “escenas de desencuentro y hasta violencia con el movimiento wilsonista”. De hecho, llegaron a atacar a balazos al líder nacionalista, errando el objetivo.

Evocó que la JUP “después se autodisuelve”, en 1974, y esto abre “un vacío posterior” que con el tiempo se convierte “en desmemoria”. El autor recogió tres versiones como explicación a esa disolución: que el general Esteban “Cristi los convoca” para agradecerles lo hecho y cerrar el asunto; que “los militares no querían activismos” ni “actuación” ciudadana y social; y que “el programa” que le dio origen “estaba cumplido”.